miércoles, 28 de marzo de 2012

Capítulo V- Inerme, la poetisa de Trasmano

La poetisa, Inerme, también conocida como ‘la loca’ o ‘la reventada’, desplegó su arte en la región de Trasmano cercana a Babilonia en el siglo V a.C.

Inerme era una muchacha que gustaba de los largos paseos por los bosques donde, según ella, se podía atrapar a Hersíada, la musa de la poesía. Adoraba hundirse en la espesa y muy variada vegetación en busca de la elevada inspiración. En varias oportunidades elegía la compañía de un borrico, o un corcel de la caballeriza de su padre e incluso un elefante que ella misma le había comprado al dueño de un circo que acertó pasar por la región.

Era común ver como fornidos mozalbetes se adentraban con ella en la espesura para asistirla, tal vez, en aquella poética empresa de atrapar a la escurridiza musa. Cabe destacar que Inerme era una muchacha de una belleza desbordante pero escribía muy mal ya que a las jóvenes de Trasmano no se les permitía estudiar y lo poco que sabía lo había aprendido espiando algunos libros de su hermano Andrágoras.

Todo le servía a Inerme a la hora de arribar a la morada de la excelsa literatura, aunque su producción resultó más bien escasa y plagada de errores, considerando las repetidas visitas que realizó en aquellos parajes inhóspitos a lo largo de su vida.  Volvía de aquellas incursiones muy mal trecha, a menudo sólo cubierta con jirones de su vestido y la rubia melena poblada por hojas y ramas que seguramente quedaban atoradas allí cuando perseguía a Hersíada, a la que nunca lograba atrapar.

- “Padre mío, hoy estuve así de cerca” - le explicaba casi sin aliento a su progenitor, el herrero Braulio, que la miraba con extrañeza cuando regresaba de  aquellas peculiares jornadas literarias. Su madre, Pesalia, continuaba lavando o cocinando sin levantar la vista.
- “Tu bien sabes, padre mío, que hasta he llevado algunos animales para capturar su atención, pero la musa me es esquiva” - continuaba Inerme, mientras trataba de llevar orden a su cabellera.

Los soldados ociosos también eran convidados por Inerme a aventurarse en el bosque para ayudarla en su mítica tarea. Tres días con sus noches se internó Inerme con la IV Legión de Trasmano pero de la musa ni noticias.

Como su padre comenzaba a impacientarse y los aldeanos murmuraban a sus espaldas y se reían groseramente, le prohibió a su hija regresar al bosque exigiéndole que se quedara en la casa a ayudar a su madre como las otras jóvenes aldeanas. Inerme rompió a llorar, imploró que le permitieran regresar al bosque, que seguramente ya había conseguido la gracia de la musa luego de tantos intentos y esta le otorgaría la inspiración para redactar la mayor obra poética de Trasmano y del mundo. Fue en vano, su padre le negó la salida de la casa, forjó con sus propias manos, en su taller, una cadena con tres candados y obligó a Inerme a usarla hasta que se calmara.

Cuenta la leyenda que cuando habían transcurrido dos meses de aquel cautiverio, la madre regresó una mañana agitada con un pequeño papel entre las manos, se lo mostró a su marido con expresión desencajada mientras le pedía las llaves para liberar a su hija. Era una nota firmada por la propia Hersíada, la musa inspiradora de la gran literatura, que le pedía a Inerme que regresara al bosque, que extrañaba sus visitas y apreciaba su esfuerzo. Ella, la dueña de todas las palabras, premiaría aquel esfuerzo con una lluvia de poesías magistrales.

El padre sonrío, miró a su esposa que estaba maravillada con aquel prodigio de los dioses y le dijo suavemente:

- Puso 'bosque' con ‘v’


Una de las pocas composiciones poéticas que se conocen de Inerme es ‘Me encontré un pajariyo’, es quizás la menos mediocre de todas, aunque los errores abundan y la sintaxis es precaria, puede rescatarse la frescura, casi infantil, de la poesía en su mínima expresión.

Lotrosdía me encontré un pajariyo
Me oservaba fijamente a los ojos míos
Al prinsipio lo espanté con un rastriyo
Pero endispués me gustó su pio pio

Era un vicho muy pequenio y emplumado
Que saltaba por las ramas y cantaba
Un buen rato me lo quedé oservando
Y me lleve esos pensamientos pa la almuada

Y de noche, lla en el mundo de los sueños,
Se me vino el pajariyo a la memoria
Mi alma, como el, vuscaba un dueño
Como el vurro corre tras la zanganoria


Se ha respetado fielmente la versión original. Si bien esta enciclopedia trata de brindar un homenaje a los artistas anónimos que lucharon con diversa suerte por dejarnos un legado, en este caso puntual, nuestro reconocimiento recae en el padre de Inerme que hizo lo correcto al encadenarla por el bien de la literatura.

domingo, 25 de marzo de 2012

Capítulo IV - Casimiro, el profeta


Fue un personaje destacado de una aldea cercana a Mantua en el año 60 a.C. Vecino y contemporáneo del poeta Virgilio, quien contaba por ese entonces con 10 años de edad y nadie sospechaba que se convertiría en el famoso autor de la Eneida.
Casimiro recibió de su abuelo, Pipeta, el alquimista, un papiro con un mapa, casi desdibujado por los años, con la ubicación de las 6 piedras de la verdad, perdidas en las profundidades de las aguas del Po. Los druidas celtas las buscaron por años y toda clase de hechiceros trataron de recuperarlas de las entrañas del río, pero no tenían lo que Casimiro había recibido como un regalo especial, el legendario Papiro del Po (el popapiro como le decían algunos).
Dispuesto a convertirse en un Maestro Vidente, Casimiro se sumergió una docena de veces en las frías aguas en procura de las míticas 6 piedras de la verdad. La tarea no era fácil, más teniendo en cuenta que el muy pastenaca se sumergía con mapa y todo, lo que hacía cada vez más difícil la lectura del papiro. Luego de muchos intentos, y de poner el papiro al sol para que se secara, un extraño fenómeno ocurrió. Un pájaro, posado en una rama sobre la piedra en la cual reposaba el papiro al sol, defecó con tan buen tino que marcó una especie de cruz sobre la superficie del mapa. Casimiro interpretó esto como una señal divina, memorizó esta ubicación y se zambulló lleno de esperanza y entusiasmo.
Al poco tiempo retornó a la superficie portando en su mano derecha las 6 mágicas piedras. Tan entusiasmado estaba y tanto sacudía su brazo en señal de victoria que una de las piedras se resbaló y regresó a las profundidades con destino incierto. Casimiro se dijo a sí mismo que aquella también era una señal y que ni loco se volvía a meter al río.
Supuso que con 5 piedras sería lo mismo y volvió lleno de júbilo a su aldea.
Cada una de las piedras tenía un color diferente, ayudado por un antiguo libro que el abuelo Pipeta le obsequió para que aprendiera a leer los mensajes que las piedras enviaban se convirtió en un experto adivinador y su fama hubiera sido aún mayor que la del célebre Nostradamus sino fuera por un detalle.
Los mensajes de Casimiro eran, tal vez, exactos pero incompletos. Sin duda la ausencia de la sexta piedra era notoria y las predicciones tenían la forma de una sentencia contundente pero con final abierto. Ante la consulta efectuada la gente que acudía a su presencia se retiraba con revelaciones tales como “Si, tu marido regresará de la guerra pero…” o “Obtendremos una victoria ante los fieros invasores, siempre y cuando…” Este tipo de ambigüedades calmaban a medias la ansiedad de los consultantes y, en cierta forma, se volvía un ejercicio de autocomplacencia.
De esta manera, casi todos los que consultaban las piedras se veían tentados de completar ellos mismos la sentencia del destino, en todos los casos a su favor. Si la respuesta era “tendrás la fortuna con la que sueñas pero debes…” “…tomar tres vasos de vino” completaba el interesado y se iba de lo más contento con el resultado.
Casimiro, el profeta, a raíz de ofrecer este servicio incompleto a sus semejantes fue bautizado por algunos como ‘Casimiro el futuro’, vivió hasta la edad de 62 años y murió convencido de que las dudas que ofrecían las 5 piedras le brindaron más satisfacciones a la gente que la certeza que podría haber logrado con las 6.

martes, 20 de marzo de 2012

Capítulo III - Bagarto de Creta

Siglo III AC - Sólo se sabe de él que tenía una notable predilección por las mujeres no muy agraciadas. Nació en Nefasta cerca de Nemíades pero pasó su juventud en una aldea de Creta donde las mujeres feas eran abundantes.

El éxito que tuvo con todas ellas fue relatado en varios cánticos de la época un tanto sarcásticos y burlones, si hay que ser justos. Las mofas de los demás aldeanos no amilanaron el espíritu de Bagarto quien, por cierto, tampoco era para nada lindo pero tenía un manejo de las palabras que resultaba embriagador.

He aquí una de sus más famosas composiciones dedicada a quien fuera su primera novia.

Tu belleza sin par

Fue mucha mi cautela
ante una visión tan pura,
pasé mil noches en vela
a punto de perder la cordura

Pedí consejo a los sabios
para abrir, de su prisión, las rejas
y acerqué mis trémulos labios
a la orilla de su única oreja

Entre susurros confesé mi amor
cuando de su alma se abrió la puerta
y no sentí ningún temor
al comprobar que era tuerta

Su mirada singular
me otorgó la esperanza eterna
ya no se pudo negar
y acaricié su solitaria pierna

Por temor a que la pasión me pierda
confesé todo cuanto sentía
tomando su mano izquierda
porque derecha no tenía

Todo límite era en vano
cuando yo me entretenía
explorando con mis manos
su incompleta anatomía

Pero el amor es un reto
cuando el frío temor asedia,
yo la quería por completo
pero ella me quería a medias

Sin entender la razón
la vi desaparecer un día
cuando me entregó su corazón
ya que uno solo tenía.

NOTA: Dejamos instalada la idea de que el amor ha presentado los mismos interrogantes, misterios y situaciones particulares desde siempre.
El lector atento podrá encontrar cierta similitud con la pegadiza canción que sonaba en el Club del Clan "Yo no quiero media novia" popularizada por el célebre pensador autodidacta Ramón Ortega.

Capítulo II - Toda la verdad sobre el nexo entre Cervantes y La Bersuit

Es el deber de todo investigador recurrir a la verdad por dolorosa que esta sea.
Si el resultado de un exhaustivo análisis, acompañado de documentos manuscritos que ofrecen pruebas contundentes, es la desmitificación de una figura pública, el desmoronamiento de un ideal o la caída estrepitosa de un ídolo, hay que tomarlo como un homenaje a la verdad para todos y no como un atentado a los sueños y deseos de unos cuantos.

Me resulta penoso presentar esta prueba contundente de plagio, pero es mi irrenunciable deber como estudioso de la literatura marginal, aquella que no llegó nunca a conocer la luz del reconocimiento oficial y el aplauso del público en general.
La literatura marginal no sólo habita las sombras de las obras inéditas y sepultadas, sino también las orillas de textos famosos, porciones que han quedado en el camino sin compartir el éxito de la obra completa.
En ocasiones son sólo unas pocas palabras como la recordada “tócala de nuevo Sam” de la película Casablanca, frase célebre que en realidad jamás fue pronunciada en la película. Otras veces desaparecen párrafos o capítulos enteros que jamás llegan a conocerse. Incluso este fenómeno es habitual en las películas que gracias al avance del DVD tienen la posibilidad en la actualidad de mostrar las escenas que fueron borradas u otros finales posibles para la historia que se narra.
Pero el caso que quiero exponer es, tal vez, el más curioso de la historia y merece un lugar de honor en esta enciclopedia, porque compromete a una obra magistral de la literatura de habla hispana con una exitosa banda de rock argentina. La relación puede resultar extraña a priori, más si ampliamos diciendo que la obra en cuestión no es otra que El Quijote de la Mancha y la banda a la que nos referimos es la famosa Bersuit Vergarabat.
A esta altura muchos se preguntarán qué canastos tienen en común dos hemisferios tan aparentemente inconexos del mundo cultural.
Pues bien, la realidad es que la magistral obra de Cervantes, registrada por Juan Gallo de Andrada, escribano de Cámara del Rey como ‘El ingenioso Hidalgo de La Mancha’ el 20 de diciembre de 1604 y revisada por el Licenciado Francisco de Murcia de La Llana constatando la fidelidad de la copia, incluía también una canción que Don Quijote compone a su amada Dulcinea y en la cual reconoce la noble tarea de su fiel escudero Sancho Panza. Esta canción es un bálsamo para la atormentada mente del caballero, que en la soledad de la noche mientras Sancho descansa compone estos versos:

Un Sancho para seguir
Luchando de sol a sol
No te pido más
Que un escudero
y un amor
en un castillo lejos
de mi desesperación
o seré un despojo secándose al sol.

Tantos años así
Si llegar a ningún lugar con mi fantasía
Poniendo mi cuerpo
Y mi voz
Fui deshaciendo entuertos
Para llegar a vos
Dicen que estoy muy loco
Pero es amor

Si Dulcinea estuviera aqui
Mientras hago esta canción
Resultaría raro
No tengo sueño
Sancho Panza duerme
Tuve un golpe en el pecho
Mi escudo se me quebró
Un gigante de viento
Hoy me venció.

Los reyes siempre mandan
Si para poder vencer
Tendría que olvidarte
No puedo hacerlo
Sos mi amor
lo pienso, me sonrojo y tiemblo
que otro idiota piensa así en vos
Rocinante pide rienda
Tan loco como yo.

Un Sancho para seguir
Un Sancho para seguir
Un Sancho para seguir, para seguir.

En la oscuridad de la noche un perturbado Quijote se repone de las heridas inflingidas por los molinos de viento y con su escudo y alma quebrados compone esta canción, que luego fue quitada del texto definitivo ya que mostraba un caballero andante demasiado en contacto con lo que sentía alejándose de su característica demencia que lo lleva a continuar sus imaginarias aventuras. El texto de la canción obró en poder del propio escribano Juan Gallo de Andrada, y previo depósito de 15 maravedíes se registró como una pequeña composición independiente. Desde ya que el autor es Cervantes pero los registros se fueron diluyendo con el tiempo, la fama del Quijote opacó la posibilidad de extraer de las sombras aquella canción que reconoce la necesidad de un escudero y un amor para justificar tanta locura y sostener la esperanza de llegar a buen puerto con tamaña aventura.
No sabemos a ciencia cierta como llega a manos de Cordera esta pieza musical ni cual era en su origen la música que la acompañaba, pero si se la canta con el ritmo del tema ‘Un Pacto’ podemos observar la rotunda concordancia entre ambas composiciones. Si bien en un principio hablamos de plagio, sobre el final de esta investigación trocamos el término por el de ‘homenaje’ ya que es lamentable pensar que una obra tan bella se podría haber perdido por completo bajo una pila de papeles antiguos y en deshuso. La adaptación magistral de la Bersuit recupera, aunque sea en parte, aquella obra original de Cervantes y logra el milagro de que un estadio repleto cante y se conmueva con una historia que, en definitiva, es la misma.
Después de todo, el rock, la locura, el amor y los caballeros andantes que insisten en pelear con molinos de viento, están hechos de la misma cosa, la búsqueda permanente de la felicidad.

domingo, 18 de marzo de 2012

Capítulo I - Epifanio, el sibarita:



Vivió en el siglo V autoexcluido del mundo. Oculto de la mirada de los otros construyó su pequeño hogar en las cuevas del monte Prefacio, cercano a Esparta.

Algunos lugareños le acercaban al pie del monte vasijas con arroz, frutas y agua y recogían a cambio piedras talladas con sus inspiradas reflexiones, resultado del insomnio y la abrumadora soledad.

No habló jamás con nadie, en cuarenta años sólo un campesino le escuchó gritar una vez - ‘¡Ya basta de arroz!’

Rescatamos en esta enciclopedia su obra más célebre, producto del desvelo y de la contemplación - casi obsesiva - de su propio ser.


Oda a Pelusa

Buscando mi centro, te encontré,
refugiada en la tibieza de mi cráter visceral.
Pelusa te llamé y entraste simplemente en mi existencia.

Me liberaste desde entonces, sin pensarlo,
de la profunda y oscura soledad.

Yo, sumergido en la entrañas de la tierra,
soy igual a vos, busco desaparecer de la gente
y de la cosas para poder ser.

Tu, pelusa de mi ombligo,
te enredaste tiernamente
y me brindaste tu minúsculo abrigo,
dándole la luz a las penumbras de mi mente.

Eres la perfecta compañía
para el hombre que busca su destino
añorada por mi, eternamente,
estabas tan cercana a mi intestino.

Pelusa de mi ombligo, yo te nombro,
de mis días y mis noches sos la dueña,
esencial como la peca de mi hombro,
necesaria como la lagaña del que sueña.

viernes, 16 de marzo de 2012

Prólogo

Esta es una obra maravillosa que no persigue otra finalidad que la de inundar de luz las sombras de la historia que ha condenado al ostracismo un serie de hechos y personajes que no han sido funcionales con las conveniencias de los intelectuales y pensadores que forjaron otros libros mucho más numerosos pero infinitamente menos importantes.
Su nombre obedece a una razón simple y poderosa. Creemos que si una parte puede ser más significativa que el todo a la hora de expresar el conocimiento - como es el caso de la oreja de Van Gogh de la cual muchos hablan a pesar que desconocen la vida y la obra del pintor que decidió desprenderse de ella- entonces por qué no presentar nuestra versión de este capricho de la inteligencia humana que selecciona hechos y descarta otros y con este mecanismo construye su conocimiento. He aquí entonces a La Nariz de Picasso, nuestra propuesta académica que viene a proponer nuevos paradigmas de la más variada índole y, por sobre todas las cosas, intenta rescatar de la ignominia y el olvido a tantos personajes que no han probado jamas las mieles del reconocimiento y aún así sostuvieron sus convicciones y se entregaron por completo a la comprobación de sus teorías o la expresión de su arte.
Entréguese el lector al asombro y el placer de recorrer este intrincado laberinto ya que en su centro hallará el placer del verdadero conocimiento.


El editor